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11/22/20

Escritos VI / La Gran caída del Imperio maldito

La Gran caída de un imperio, su maldición y las causas por las que uno pierde en contra del destino y el tiempo. Nuevo post de escritura emocional, hoy tratamos todo lo referente a la caída del imperio romano,  hablamos de Historia, sus causas y sus patrones con nuestro presente. Antes de leer este post deberáis consultar la Historia de todos sus gobernantes y todas las etapas desde su inicio hasta su muerte. Aquí te dejo el video. ¡Qué lo disfrutes! :) Feliz noche. 

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Son muchos los que se han preguntado alguna vez ya fuera de estudiante o meramente curioseando, ¿cuáles fueron las causas de la caída del imperio romano?. Algunos autores apuntan a conspiraciones dentro del Gobierno autocrático, otros en un fuerte crecimiento de sociedades secundarias que ejercían un gran poder frente a otras. Todas estas, posiblemente verdaderas... causaron el final apoteósico de una civilización.Sin embargo todo aquello que se llevó por delante a más de 15 siglos de expansión de poder fue; 


Las Causas de su Caída

1. El caos de sistema. Sus dirigentes políticos muy ávidos de poder y muy lerdos (si, lerdos) en gestión. Preparación nula en cuanto a gestión y formación. Y lo más importante, compresión receptiva del habla nula. No es muy de extrañar, porque esto todavía sigue ocurriendo. “Parece que el hombre siempre da con la misma piedra... o con el mismo farsante”. 

2. El Gran Imperio, se convirtió en pequeñas o grandes republicas independientes. El imperio había crecido en exceso, y para su desgracia, tantas rebeliones no podían ser apagadas por un mismo hombre. Y mucho menos, teniendo a los enemigos afianzados en la puerta. Esperando a entrar. Listos para matar. El Imperio abarcaba desde Londres a Damasco, y del Danubio al Sáhara Occidental.

3. El clima y una enfermedad en forma de pandemia, la Viruela. El crecimiento de los mercados alimentó la expansión empresarial y las instituciones romanas incentivaron deliberadamente la ocupación de tierras marginales. La circulación de capitales propició el enorme aumento de las obras de irrigación en paisajes semiáridos. El auge económico del África romana recordemos que Egipto fue durante mucho tiempo el granero que alimentaba a Roma] ¿Quién se acuerda de Cleopatra? se logró gracias a la construcción de acueductos, pozos, cisternas, terrazas, diques, embalses y Canales. 


Lo cual pudo suceder gracias a que entre los años 200 a. C. y 150 se produjo lo que se conoce como el Óptimo Climático Romano, una fase del Holoceno ―la época geológica iniciada hace unos 12.000 años que permitió la aparición de la agricultura y, con ella, de las entidades políticas complejas― con “altos niveles de insolación (…), un periodo de clima cálido, húmedo y estable en gran parte del vasto Imperio romano”.

En resumidas cuentas, El Sol... les vino muy bien a los romanos. Consiguieron alimentarse, abastecerse y crear comercio gracias a la propia naturaleza. Y un poquito de inteligencia humana. No todos los hombres iban a ser brutos... o lerdos. Sin embargo, como todo en esta vida, lo bueno dura poco. 

La Gran voz:  "Cuidado, porque aquello que hagas en esta vida, será el fruto de tus recompensas. Cuida aquello que te he regalado y busca el equilibrio”

- Pues no, para que iba hacer caso el hombre al de arriba. Para nada. Y hacer algo para nada, es tontería. 


El comienzo de una nueva etapa marcada por la escasez de comida y el mal tiempo, produjo que todos esos grandes dioses paganos que se habían convertido en reyes de sus propios movimientos. Coartando las libertades a otros de su misma raza. Pasaron a ser pasto de la enfermedad. La naturaleza es muy sabia, y de vez en cuando hay que hacer criba. Hay que soltar lastre. Y mucho más... habiendo criado a tales individuos, habiéndoles dejado disfrutar de los placeres de la naturaleza, gratuitamente. Y utilizándolos de forma maliciosa y delictiva.

"A veces, los gérmenes son mucho más mortíferos que los propios germanos” Harper. 


Uno de sus grandes generales, destruído por el orgullo y la abaricia.  Desolado por la tración de sus seguidores, de aquellos a quien más quiso. Abandonó toda esperanza de revivir aquellos tiempos. Donde Roma fue la capital del mundo. 


La ciudad antigua era un hogar insalubre. Imagínate una ciudad de 1 millón de habitantes, única en el mundo. Llena de posibilidades, una civilización avanzada pero sin futuro. Con un sistema de carreteras que hoy en día sigue teniendo fama, acueductos, vías de comercio, etc... y con grandes deficiencias entre sus gobernantes. Todo esto junto a las pequeñas enfermedades provocadas por la ruta fecal-oral, que inducían diarreas mortales, probablemente fueron la principal causa de muerte en el Imperio romano”.

Aquí es donde os intento mostrar el patrón. El hombre siempre cae en la misma piedra,  casi siempre. Luego estamos otros, que aunque que parezca que vamos hacerlo. Somos capaces de parar. Hay un sistema muy bien establecido en el mundo en cuanto a patrones, somos o nos hacen ser patrones. Hasta que uno se da cuenta. Aquellos que se dan cuentan, son los inconformistas, los mismos que son capaces de anteponerse utilizando métodos tan avanzados como son la educación, la empatía, el cariño... aquellos valores que se denigran día a día, por el hecho de ser valores y no un recurso monetario. 

La guía de las emociones, la experiencia suprema, el contacto con el pasado y el presente. La visión frente a la muerte en decadencia. La organización frente al caos. Si sabemos cuáles son los patrones? Porque todavía hay gente incapaz de hacer las cosas bien desde el principio? 

Si sabes perfectamente como va a ser tu final, ¿por qué no haces nada por arreglarlo? 


También hay que decir que aquellos que saben su presente y su final, son visionarios a la vez que realistas. Y nunca farsantes. Estos son capaces de ver algo más allá de lo que muy pocos pueden ver o intuir. Si algo se está muriendo... son capaces de revivirlo... pero nunca repetirlo. 

Las organizaciones que repiten los mismos procesos y comportamientos sin mirar las consecuencias... acaban muriendo lentamente. Mueren de una enfermedad incurable, como es La Inexistencia. Esa enfermedad que ennegrece sin dar parte de los resultados, de la experiencia, o del tiempo invertido. Porque algo que no existe, no vale para nada. La Inexistencia, no aporta ningún valor. Y si una organización no aporta valor o algo diferencial a su propio espíritu y/o a la sociedad. Si realmente no enriquece, sino más bien todo lo contrario. Está muerta. 

El tiempo perdido... se cobra y se devuelve, aquel de arriba no mostrará piedad en cuanto el uso y disfrute de recursos no propios. El alquiler de una vida, no es gratis. Sino todo lo contrario. 

Porque querido lector acuérdate de lo que te digo, ¡ahora que puedes!. Es malo el que lo hace, pero es peor quien aún sabiendo lo que ocurre no hace nada por evitarlo, el mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. Y miran a otro lado. 

Volvemos a la gran protagonista de esta historia, esa enfermedad que acaba exterminando todo a su paso. Aquel pequeño germen, que acabó con un gran imperio y del que hoy en día se recuerda, pero no quedó casi nada. Todas esas personas, acabaron bajo cientos de ruinas... sin nombres, ni privilegios, ni distinción en cuanto a su propia muerte. 


Porque cuando nos tropezamos con una Piedra en nuestro camino, pueden sucederse diferentes actos; 

El distraído tropezó con ella. 

El violento la utilizó como proyectil. 

El emprendedor construyó en ella. 

El campesino cansado la uso de asiento. 

Para los niños sirvió de juguete. 

David mato a Goliat con ella, 

Miguel Ángel la convirtió en la más bella escultura. 

En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en la persona; 

No existe piedra en el camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento. 

Por Antonio Pereira. 

Y si esa misma piedra, es la misma. No es que seamos tontos. Es que tenemos un grave problema en cuanto a sociedad, responsabilidad y comportamiento. ¿harás algo por solucionarlo? o ¿seguirás mirando para otro lado?. Continuará... 

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Rocío P. Requena 


















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